jueves, 29 de noviembre de 2007

El zagal enamorado

Rodrigo era un joven adolescente de cara granulada y boca alambrada que vivía obsesionado por llamar la atención. Su madre, soltera, viajaba constantemente por todo el mundo por cuestiones de trabajo, y Rodrigo disfrutaba de su constante ausencia haciendo lo que le daba la gana. Era un niño mimado.

El joven púber empezaba a sentir curiosidad por el sexo opuesto. Las primeras masturbaciones no tardaron en llegar, así como tampoco tardó en enamorarse de Lucia, una compañera del instituto de dorados cabellos y esbelta figura.

Un día Rodrigo caminaba por el largo pasillo que llevaba hasta su aula cuando pasó por delante de la biblioteca. Se paro en seco, retrocedió un paso e inclinando el cuerpo hacia atrás miró por el ojo de buey que había en la puerta de la biblioteca. Ahí estaba ella. Iluminada por un rallo de Sol, como si de una virgen se tratase, leía interesadamente un libro que hablaba sobre la reproducción de las distintas especies cuyo titulo no recuerdo.
El adolescente enamorado abrió la puerta tratando de no hacer ruido y, por una vez en su vida, pasar desapercibido. La presencia de Lucia en la sala agitaba el corazón de Rodrigo como un camarero su coctelera. Caminó despacio mirando estanterías hasta que sin darse cuenta llegó a donde estaba Lucia. Rodrigo se quedo lelo mirándola. Cuando esta, distraída por la presencia del púber, distrajo la mirada de la lectura, Rodrigo cogió el primer libro que tenia a mano con un movimiento brusco, con tan mala suerte que este se escurrió de la transpirada mano del joven para ir a parar a los pies de la muchacha.
Lucia levanto el libro del suelo y observo con curiosidad la portada dónde decía: “Vida y obra de Andy Warhol”. - ¿Te gusta Andy Warhol? – Preguntó Lucia. – Si claro, me encanta. – Respondió Rodrigo casi instintivamente. Acto seguido reflexionó y se dio cuenta de que no tenía ni la más remota idea de quien estaba hablando. – He leído muchas obras suyas. – Añadió el zagal. Lucia dejo salir una risa de su boca, pensando que el comentario era una anotación humorística, pero la verdad era que Rodrigo tenía tanta gracia para contar chistes y hacer comentarios graciosos como un andaluz mudo. – A mi me encanta su estilo, su forma de ver la vida, los colores. – Comentó Lucia.

El dialogo entre los dos jóvenes, o mas bien el monologo de Lucia, por que Rodrigo solo asentía con la cabeza, duró un par de minutos más, tiempo en el que Rodrigo no pudo dejar de mirar los ojos y los pechos de Lucia.

Al llegar a casa Rodrigo buscó información sobre Warhol. A parte de la sorpresa de descubrir a que se dedicaba realmente el artista, el joven de cara granulada quedo fascinado ante la frase “Todo el mundo tiene derecho a quince minutos de fama en la vida.” Su filosofía de vida se vio plasmada en una sola frase. Esa misma noche la descolocada cabeza del adolescente estuvo dando vueltas durante varias horas, hasta que tuvo una idea. La brillante estrategia del ingenuo menor de edad consistía en obtener los quince minutos de fama que el ídolo de su amada reivindicaba para todo el mundo. Si lograba salir por la televisión quizás Lucia se fijase más en el, y este podría justificarse con la frase de Warhol para acabar de conquistar por completo a la joven muchacha.

En su casa, Rodrigo llamó a la prensa, a la televisión y a la policía para avisar que había un suicida en un balcón que se iba a tirar. Veinticinco minutos esperó Rodrigo en su balcón, pero nadie apareció.
El Domingo de esa misma semana Rodrigo compró una entrada para el partido de fútbol. Ya en el estadio, observo todo el primer tiempo del partido, una vez iniciada la segunda parte este se acerco a la vaya que separa el campo de las gradas y respiró hondo para saltar. Cuando saltó se dio cuenta de que varias personas le habían seguido en el acto y estaba saltando al campo también. Así, en pocos minutos toda la afición cruzo al campo. Nadie se percató de que el fue el causante de semejante desastre. El suceso salió en todos los periódicos, en todas las cadenas de televisión, pero en ningún sitio se hablaba del joven intrépido que cruzó primero al campo.

A los pocos días se rindió, no era tan fácil conseguir quince minutos de fama. Todas las noches pensaba en como acercarse a Lucia de una forma sutil y poco descarada, no quería arriesgar. Prefería tener que seguir viéndola solo por los pasillos del instituto a lanzarse y estropearlo todo.

Harto de no encontrar la manera una noche decidió arriesgarse, no podía más.

Andando fue hasta casa de Lucia. En un par de ocasiones tuvo la osadía de seguirla a hurtadillas para ver donde vivía, sabia que algún día le resultaría útil esa información. Estuvo un rato bajo la ventana de Lucia sin quitar ojo a las cortinas rosas que desde fuera se veían. Pasado un rato, y más entrada la noche Rodrigo empezó a tirar chinitas contra la ventana de Lucia. Luego de un rato tirando piedrecillas la luz del dormitorio se encendió. Una silueta que encajaba totalmente con la de Lucia se acerco a la ventana para desaparecer acto seguido. Estuvo mirando hacia la ventana de la primera planta unos segundos cuando una voz grabe y entrecortada preguntó; ¿Quién anda ahí? Inmediatamente bajó la mirada y no supo más.

Una bala le atravesó entre ceja y ceja dejando un orificio perfecto por donde los gusanos podrían empezar a disfrutar del manjar que les estaba por llegar.

El suceso se dio a conocer en todos los medios de comunicación, y Lucia jamás conseguiría olvidar al pobre Rodrigo, que aunque se encontró con la muerte en el camino, consiguió cumplir sus objetivos.

He aquí un final tan trágico como feliz. Como la vida misma.



THE FIN




By Charless

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pobre Rodrigo. Joder... así no se vale. Ya estaba imaginándome una escena de amor obsoleto.