jueves, 28 de febrero de 2008

Esputos a dúo.Vol.III

Me he despertado esta mañana con una roca entre las piernas. Tenía la polla más dura que nunca. Era increíble, como una auténtica barra de acero. Antes de mear he calculado matemáticamente la parábola de mi chorro, acabando por sacarme la verga en la cocina... mi madre estaba escandalizada, pero no podía hacer otra cosa. La meada ha durado cosa de 10 minutos y, aunque he batido un record mundial, seguía teniendo el cipote como el mástil de un petrolero ruso. Después me he duchado con agua fría y me he hecho 5 pajas... Pero nada, aquello seguía firme como una estaca. El problema es que había quedado con Cuca para dar un paseo romántico matutino por el parque y no podía aparecer con semejante cohete en los vaqueros. Cuca es de Los legionarios de Cristo y, aunque yo sea un pervertido, la quiero con locura. Me costó 5 meses lograr besar sus labios y que olvidara mi fama de follador loco, así que tenía que encontrar una solución...

Recuerdo que de pequeño estando en casa de mi abuela, sus dos perros, Princesa y Sultán, se quedaron enganchados mientras follaban. Como no era la primera vez que ocurría, mi abuela ya sabia lo que hacer. Sacó de la cocina un bloque de hielo y se lo puso en los cojones al pobre Sultán, logrando así, como si de un truco de magia se tratase, que los dos perros se desenganchasen.

Ahí tenía la solución: frío.

Envolví unos hielos en un trapo, pero el calor que desprendía mi incandescente rabo derritió los hielos antes de lo previsto, y no tenía más. Así que decidí abrir el congelador y meter mi polla. Ni aun así remitía la hinchazón. A los diez minutos de estar ahí con el nabo entre el congelador y una bolsa de guisantes congelados, sonó el teléfono.

Miré el reloj y me di cuenta de que hacia por lo menos veinte minutos que había quedado con Cuca. De veras que intente coger el teléfono, pero para mi asombro me había quedado pegado al congelador. Desesperado, y con el sonar del teléfono de fondo, intenté despegar mi verga con saliva, pero era inútil. Se adhería más.
El teléfono no paraba de sonar y yo me ponía aun más nervioso. Increíble, pero ni los nervios desinflaban mi zeppelín.
Ya nada podía ir peor, pero si.
Cuando dejó de sonar el teléfono cogí aire para suspirar, pero el ruido de las llaves abriendo la puerta me cortaron la respiración. Era mi madre. Como pude me subí los pantalones y abrí la nevera, para que pareciese que buscaba algo. Mi madre empezó a ver algo raro que estuviese tanto rato inmóvil ante la nevera y decidió ver que pasaba.
Asustada ante tal escena, y aterrada ante mi explicación, tuvo la genial idea de tirarme el agua de la tetera eléctrica por encima. De repente lo vi todo blanco, y desperté aquí.

¿Es grave doctor?


THE FIN.




By Chuzomanuel & Charless



viernes, 15 de febrero de 2008

Esputos a dúo.Vol.II

-Cada vez que miro al espejo…me veo.
-Sr. Ruiz, le vuelvo a repetir que el problema que usted tiene no lo puedo solucionar yo. Le he derivado cinco veces al psiquiatra y no ha ido ni una.
-Si voy; dirá que estoy loco.
-Haga el favor Sr Ruiz, levántese del suelo y váyase, o me veré obligado a llamar a seguridad.

Tirado en el suelo de la consulta del Dr. Pinilla, el Sr.Ruiz reclamaba con indignación ser tratado por el mismo Pinilla, su medico de cabecera.

A veces, lo que aparentemente parece obvio, no es sino todo lo contrario y viceversa. Todos nos hemos enfrentado alguna vez a una adivinanza o juego de lógica que no hemos podido descifrar por nosotros mismos; y, cuando por fin nos han dado la solución, nos hemos sorprendido al averiguar que nuestros razonamientos eran vanos y que, en realidad, dicha solución se encontraba en algo completamente claro y transparente, algo tan sencillo que no hemos sido capaces si quiera de imaginarlo, aunque estuviera delante de nuestras narices.
La enfermedad del Sr. Ruiz era similar a esto. Evidentemente, cuando nos miramos en el espejo, nos vemos, o eso creemos, aunque tampoco es cuestión de entrar aquí en temas metafísicos, por qué, acaso vemos lo que los otros ven...

En fin, no nos despistemos... El Sr. Ruiz no era alguien corriente. Aunque durante toda su vida había intentado por todos los medios que nadie se diera cuenta, lo cierto es que era diferente a la mayoría de los mortales. Sin embargo, era tal la destreza y esmero que había puesto en construirse un disfraz de "persona normal" que para todos lo era... incluso para él mismo. Hacía ya años que, de tanto ocultar su verdadera identidad, se había olvidado de aquel detalle que le hacía distinto... pensaba que todos eran como él, y, como acabo de decir, también los demás creían que era como ellos; de ahí que el Dr. Pinilla opinara que el Sr. Ruiz estaba completamente loco, puesto que, es lógico, si te miras en un espejo, te ves.

El quid de la cuestión, mis queridos alumnos del Psiquiatrich Institute of Harvard, es que el sujeto a examinar, al creerse igual que los demás, seguía yendo al espejo a contemplar su rostro... y se veía; pero se veía tal y como se vio la última vez que realmente se vio, cuando sólo contaba con 5 años... justo antes del accidente.

El Sr. Ruiz, futuros loqueros, aunque ni el mismo lo supiera, era ciego... y la última imagen que retuvo de su cara había desaparecido durante años en los laberintos de su memoria. Aquellos días, misteriosamente, volvió a aparecer y, evidentemente, aquello le alteró enormemente, pues, aunque llevara una vida auténticamente normal y engañara a todo el mundo, hasta a sí mismo, vuelvo a repetir, lo cierto, lo únicamente cierto es que no podía ver... y todos sus esquemas se rompieron con la fragilidad de un diente de león al volver al contemplar su rostro como por arte de magia después de 47 años de completa oscuridad.

El Sr. Ruiz acabó en un psiquiátrico de Cuenca, a beautiful little city of Spain, gritando sin cesar: ¡me veo! ¡me veo!, hasta que murió en 1956, paradójicamente, de un ataque feroz de cataratas lacrimales.


THE FIN.



By Chuzomanuel & Charless

lunes, 11 de febrero de 2008

Esputos a dúo. Vol.I

El frac me aprieta muchísimo, estoy sudando como un puerco y, por si esto fuera poco, tengo unas ganas de cagar horribles. Parece que no se acaba nunca la cola de gente que viene a presentarme sus respetos: que si el Conde de Romanones, que si Lady Butterfly... Buf, qué pesadilla. Se me va a desgastar la mano de tanto saludo... ¡Odio ser el Rey de España!

Oh, mira quien viene ahí; es Hugo Chávez. En la tele parece menos bajito.
Venga “Juanqui”, sonríe para la foto. Si me pagasen un euro por cada foto protocolar que me hago, seria aun más rico, ja ja ja ja. Bueno, parece que ya esta. Me muero por encontrar un baño. Voy a preguntarle a Pepe Luís.

¡Vaya faena! Hay que pasar ya a la sala. Joder, cuanta gente, hoy no podré echarme la siestecita…

Madre mía, que retortijones, a ver si acaba de hablar ya Pepe Luís y se acaba esto. Uffff…el hijoputa quiere salir ya.

Venga hombre, Pepe Luís, dile al enano este que te deja hablar ¡que me cago!

Joder, diez minutos lleva José Luís intentando hablar y el payaso de Chávez no hace más que interrumpir. Encima el perrete asoma el hocico. Piensa Juanqui, piensa, que eres el rey de España.

Vale, no aguanto más, o me voy al baño o planto el chopo aquí mismo; es hora de actuar.

-¡¿Por qué no te callas?!

Venga coño, corre.

-¡Majestad! ¿A dónde va?

Calla gilipollas que me cago.

¡Ay! Que fría esta la taza. Ohhhhhh….siiii….sagrado recipiente de heces, símbolo de unión entre clases, bendito seas... ¡Mierda!


¡NO HAY PAPEL!



THE FIN.



By Chuzomanuel & Charless