viernes, 15 de febrero de 2008

Esputos a dúo.Vol.II

-Cada vez que miro al espejo…me veo.
-Sr. Ruiz, le vuelvo a repetir que el problema que usted tiene no lo puedo solucionar yo. Le he derivado cinco veces al psiquiatra y no ha ido ni una.
-Si voy; dirá que estoy loco.
-Haga el favor Sr Ruiz, levántese del suelo y váyase, o me veré obligado a llamar a seguridad.

Tirado en el suelo de la consulta del Dr. Pinilla, el Sr.Ruiz reclamaba con indignación ser tratado por el mismo Pinilla, su medico de cabecera.

A veces, lo que aparentemente parece obvio, no es sino todo lo contrario y viceversa. Todos nos hemos enfrentado alguna vez a una adivinanza o juego de lógica que no hemos podido descifrar por nosotros mismos; y, cuando por fin nos han dado la solución, nos hemos sorprendido al averiguar que nuestros razonamientos eran vanos y que, en realidad, dicha solución se encontraba en algo completamente claro y transparente, algo tan sencillo que no hemos sido capaces si quiera de imaginarlo, aunque estuviera delante de nuestras narices.
La enfermedad del Sr. Ruiz era similar a esto. Evidentemente, cuando nos miramos en el espejo, nos vemos, o eso creemos, aunque tampoco es cuestión de entrar aquí en temas metafísicos, por qué, acaso vemos lo que los otros ven...

En fin, no nos despistemos... El Sr. Ruiz no era alguien corriente. Aunque durante toda su vida había intentado por todos los medios que nadie se diera cuenta, lo cierto es que era diferente a la mayoría de los mortales. Sin embargo, era tal la destreza y esmero que había puesto en construirse un disfraz de "persona normal" que para todos lo era... incluso para él mismo. Hacía ya años que, de tanto ocultar su verdadera identidad, se había olvidado de aquel detalle que le hacía distinto... pensaba que todos eran como él, y, como acabo de decir, también los demás creían que era como ellos; de ahí que el Dr. Pinilla opinara que el Sr. Ruiz estaba completamente loco, puesto que, es lógico, si te miras en un espejo, te ves.

El quid de la cuestión, mis queridos alumnos del Psiquiatrich Institute of Harvard, es que el sujeto a examinar, al creerse igual que los demás, seguía yendo al espejo a contemplar su rostro... y se veía; pero se veía tal y como se vio la última vez que realmente se vio, cuando sólo contaba con 5 años... justo antes del accidente.

El Sr. Ruiz, futuros loqueros, aunque ni el mismo lo supiera, era ciego... y la última imagen que retuvo de su cara había desaparecido durante años en los laberintos de su memoria. Aquellos días, misteriosamente, volvió a aparecer y, evidentemente, aquello le alteró enormemente, pues, aunque llevara una vida auténticamente normal y engañara a todo el mundo, hasta a sí mismo, vuelvo a repetir, lo cierto, lo únicamente cierto es que no podía ver... y todos sus esquemas se rompieron con la fragilidad de un diente de león al volver al contemplar su rostro como por arte de magia después de 47 años de completa oscuridad.

El Sr. Ruiz acabó en un psiquiátrico de Cuenca, a beautiful little city of Spain, gritando sin cesar: ¡me veo! ¡me veo!, hasta que murió en 1956, paradójicamente, de un ataque feroz de cataratas lacrimales.


THE FIN.



By Chuzomanuel & Charless

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